*(Esta entrada ha sido extraída
de la página web (www.masrendimiento.es), escrita por Marcos
Moreno, profesional en el campo de la "Actividad Física y el Deporte"
Hola papá:
El
sábado en el partido me sentí muy mal. Te lo dije en el coche después
de jugar, pero como estabas enfadado me mandaste callar, me dijiste que
yo no entendía nada. Han pasado unos días y cada noche, cuando me meto
en la cama pienso en lo del sábado. No puedo quitármelo de la cabeza.
No sabía como decírtelo y he pensado que escribirlo era una buena forma. Espero que te parezca bien.
Siento
vergüenza papá. Cada vez que insultas al árbitro o te veo hablar con
otros padres enfadados se me pone un dolor un poco raro en la boca del
estómago, hay veces que incluso me tiemblan las piernas. No se qué es,
pero no me gusta y cuando ocurre ya no me importa jugar. Al salir al
partido lo primero que hago es mirarte. Cuando veo que te estás riendo
pienso: “a ver si hoy no dice nada”, pero no siempre estás callado.
Últimamente
noto como alguno de mis compañeros, cuando llegamos al vestuario, no me
mira. Siempre nos hemos llevado muy bien, tú lo sabes, pero me da la
sensación de que no les gusta lo que haces.
No
quiero que vayas a verme jugar, papá. Alguno de los días que has
faltado no me ha dolido la tripa ni me han temblado las piernas. Fíjate
que hasta cuando hemos perdido y ninguno de los padres ha insultado al
árbitro nos hemos ido contentos al vestuario.
Me
gusta ganar pero nos ha dicho el entrenador que no siempre se puede y
que perder forma parte del juego y de nuestra educación.
También
dice que es más fácil ganar que perder, que la los buenos deportistas
se les ve cuando pierden, en su comportamiento. Nunca me lo has contado,
pero creo que fuiste un mal deportista. No me importa que fueras un mal
deportista, solo quiero que me ayudes a crecer, te necesito.
Nada más. Solo que te quiero y que el sábado vuelvo a tener partido.
Un beso.
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